21 febrero 2007

Paradigmas e Inversiones (Parte I)

Formalmente, un paradigma es un conjunto de teorías generales, suposiciones, leyes o técnicas de que se vale una escuela de análisis o comunidad científica para evaluar todas las cosas. Thomas Kuhn, historiador de ciencia, habla del paradigma dominante como “el conjunto de creencias compartidas o de sabiduría convencional acerca de las cosas”. En términos llanos, un paradigma es una representación mental de la realidad, la cual guía la forma en que conformamos nuestras ideas y creencias.

En las ciencias físicas encontramos el paradigma de Newton el cual concibe al universo como un inmenso mecanismo de relojería. De allí surge un conjunto de ideas que conforman las leyes de la física. La utilidad de este paradigma es que nos ayuda a explicar la mayoría de los fenómenos a los que nos enfrentamos en nuestra vida diaria. No obstante su utilidad, esta representación falla en explicar otros fenómenos de escala cósmica y/ó de escala microscópica. Surgen entonces, dos nuevos paradigmas: el de Einstein para la explicación del universo y el cuántico para explicar lo infinitesimal.

Con la interpretación de los mercados sucede lo mismo: existe un conjunto de ideas y creencias que nos ayuda a interpretar los fenómenos bursátiles. Unos ejemplos nos ayudara a captar mejor la idea. En primer lugar nos encontramos con el paradigma de “valor”. Esta representación nos dice que los movimientos se deben a las variaciones en el valor de los instrumentos financieros. De aquí surge toda una teoría la cual ha recibido la denominación de “Value Investment” ó inversiones basadas en valor. La utilidad de este paradigma es enorme y grandes avances teóricos se han concebido gracias a esta interpretación sin embargo, hay fenómenos de mercado que éste no logra explicar. Un título puede experimentar una amplia trayectoria en cuanto a su precio sin haber aparecido ninguna noticia que cambie su valor intrínseco. En Octubre de 1987 ocurrió una debacle en el NYSE el cual permanece a todo efecto práctico y luego de dos décadas de análisis, sin una explicación racional definitiva.

Surgen entonces otros paradigmas que intentan realizar la misma labor. Veamos:
1) Las finanzas conductuales (Behavioral Finance) intenta brindar las explicaciones basados en la concepción de la aparente irracionalidad e incoherente conducta de los agentes económicos.
2) Las inversiones como un juego de estrategias global en donde se conjuga lo económico, lo financiero y lo político.
3) Las inversiones como un campo de batalla (Maneuver Warfare) en donde las estrategias de guerra (Sun Tzu, Chinas) pueden ser usadas tanto para explicar lo que sucede como medio de defensa.
4) Inversiones como una batalla psicológica (Psychological Warfare) en donde nos enfrentamos a un contendor inteligente (Teoría de Juegos).
5) Paradigma de los mercados caóticos capaz de retroalimentación exagerada en cualquier dirección: Teoría de Caos, Teoría de Reflexividad.
6) Paradigmas Especulativos en donde se concibe al mercado como un campo de fuerzas contrapuestas y se articulan diferentes concepciones y Teorías.

Cada uno de estos paradigmas es digno de una amplia explicación y de cada uno de ellos podemos derivar heurísticas que pudieran resultar de utilidad en varias situaciones particulares.

Surge entonces, en forma natural la pregunta de ¿cuál de todos estos paradigmas es el correcto? . En un cierto sentido ninguno es mejor que otro puesto que un paradigma puede ser clave en un momento dado y según los objetivos que nos hemos trazado. También puede suceder como en el caso del mecanicismo de Newton, que éste sea la base indispensable para poder concebir paradigmas más sofisticados: simplemente no podemos pasar de las cavernas a la mecánica relativista de Einstein sin haber desarrollado las ideas puramente mecánicas. Finalmente podemos decir que, bajo ciertas condiciones, un paradigma puede mantener su validez: continuamos manejando nuestro vehículo siguiendo las mismas leyes enunciadas por Newton en 1687.

Para efectos de nuestra discusión, lo importante es reconocer que todos transamos - concientes ó inconscientemente - en base a algún paradigma. Se trata entonces de identificar bajo cuál paradigma estamos operando. Al ser concientes de nuestro paradigma, en esa misma medida podremos ser coherentes en nuestras decisiones y aumentar las posibilidades de éxito. También es importante reconocer que existen paradigmas que son contrapuestos por lo que su utilización en una situación dada producirán resultados opuestos.

Luego debemos reconocer que nuestros logros dependerán en gran medida del paradigma adoptado en relación a lo que queremos lograr. Lo más probable es que estemos operando bajo unas premisas a las que hemos sido fuertemente condicionados y no por libre elección. Si deseamos ganancias en el corto plazo, debemos adaptarnos y buscar un paradigma más especulativo.

Ganarle al mercado nunca ha sido tarea fácil. El punto es que el éxito ó fracaso dependerá de manera determinante de nuestra concepción fundamental sobre ¿qué cosa es el mercado: una mochila de valores, un gran campo de batallas ó quizás un gran caos?

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