15 febrero 2007

Cuidado: esa franquicia pudiera ser una trampa!

Nosotros los profesionales, quienes hemos labrado nuestro desarrollo económico a base de esfuerzo y tenacidad, llegamos a un momento en nuestras vidas donde deseamos independizarnos y tener nuestro propio negocio. A veces este sueño no es tan fácil de forjar pues conocemos estadísticamente sobre las altas tasas de fracasos para las nuevas iniciativas. Y es justamente allí, cavilando sobre las diferentes posibilidades, que aparece un master franquiciante ofreciéndonos el éxito en bandeja de plata y de manera muy estructurada pues su modelo ya ha sido probado con anterioridad.

Muchos toman la decisión de adquirir la franquicia en base a imagen y enfocándose en las métricas que ofrece el mismo franquiciador. Las historias de buenas experiencias abundan, por lo que nos sentimos animados a emprender esta modalidad de negocio sin un análisis más profundo. Pero cuidado: esa franquicia pudiera no ser tan “rosa” como parece. Es necesario tomar unas mínimas precauciones. Veamos:

El coste de la franquicia tiene dos componentes: el canon de entrada que es el precio a cancelar por el derecho a poder explotar la marca comercial y el royalty ó regalía, el cual es un pago periódico sobre el monto de nuestras ventas brutas.

En primer lugar, el canon de entrada puede convertirse en una barrera en sí misma pues si el monto nos resulta excesivo pudiésemos tener dificultades financiando este pago. Es preferible tomar una opción más acorde con nuestros recursos que depender de créditos a tasas variables que pudieran trabajar en nuestra contra en un momento dado. En otras palabras, escoger una alternativa ajustada a nuestra capacidad de pago dejando cualquier componente de financiamiento a un mínimo.

Otro factor muy relacionado con el canon de entrada, es la exigencia que hacen los franquiciantes sobre el local de operación, en cuanto a la ubicación, superficie y nivel de lujo que debe mostrar el punto de venta. A veces, estas exigencias también forman parte de las barreras de entrada, las cuales además van a impactar directamente sobre la rentabilidad de la alternativa seleccionada.

Ahora no todo son obstáculos de entrada, algún acicate nos coloca el franquiciador para animarnos a participar y entre ellos, el principal, el hecho de que el modelo ya ha sido suficientemente probado y todos los detalles de la explotación han sido tomados en cuenta. Ahora bien, de esa explotación nos interesa poner toda nuestra atención al Margen de Operación lo que tiene que ver con la diferencia entre las ventas brutas esperadas menos la regalía y menos el coste de la mercancía. Este margen tan simpático es el que va a determinar junto con la inversión global, el tiempo que tardemos en recuperar nuestras inversión y este factor es, a mi modo de ver, la métrica que lo resume todo.

Muchos ilusionados se enfocan en el encanto y prestigio de la marca con la cual pueden lograr un medio de vida durante los años de explotación, lo cual se constituye probablemente en la mayor ventaja que ofrece este modelo de negocio. Lo que a veces se pasa por alto ó se descuida un poco es el tiempo que nos toma en recuperar lo invertido ó “Pay Back Period” y las incertidumbres asociadas al logro de esta meta. No es lo mismo recuperar nuestros Euros en dos ó tres años (muy conveniente) que tardar siete u ocho años en lograr lo mismo. En el mundo dinámico de hoy, cinco años ya es una eternidad. Las franquicias pueden quedar obsoletas por variadas razones como por ejemplo los avances de la sociedad al adquirir un mayor nivel de conciencia con los temas de la salud y la comida basura ó en el caso de productos tecnológicos la posibilidad que en pocos años salgan al mercado productos equivalentes a mitad de precio y abundantes nuevas ventajas.

No importa los argumentos que realice el franquiciador sobre las ventajas y rentabilidad del negocio: considere con la mayor seriedad cuánto tiempo le tomará recuperar lo invertido. Piense en ese período como los años que debe pasar trabajando para enriquecer a un desconocido sin haber logrado el punto de equilibrio (break-even) de su apreciado capital. Luego de ese período de servilismo económico, bien puede suceder que el concepto ya esté obsoleto y sus esperanzas queden diluidas en otra realidad.

Por ello, considere que no necesariamente es tan cierta la dulce historia sobre las franquicias como un juego de ganar-ganar, que algo tiene de ello ¾lo concedo. Se parece más a juego suma cero donde la ganancia del franquiciante es mi coste. Entre más gane el franquiciante en el canon de entrada y las regalías, más tardaré en recuperar lo mío y allí precisamente puede esconderse el infortunio. Así que mucho cuidado y abran bien los ojos.

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