¿Alguien imagina a un trader ingenuo? ¡Imposible! concluiría rápidamente cualquier observador informado. Lo contrario es una persona astuta, sagaz. Pero no somos astutos por decisión personal. ¿O sí? Somos sagaces más bien por una cualidad de la mente: simplemente se tiene o no se tiene una mente suspicaz.
Esa es una cualidad muy deseable para todo negociante. ¿Pero como se desarrolla? Bueno… una posible primera respuesta es que eso depende del ambiente y condiciones bajo las cuales crecimos. Tiene mucho que ver con eso, sin descartar que pudiera existir una predisposición natural y propia. También pudiéramos apelar al nivel de inteligencia. Se escuchan sugerencias.
Independientemente de nuestro nivel de sagacidad existen ciertas reglas o principios a seguir las cuales pudieran ser útiles para cubrir cualquier eventual deficiencia.
No seamos creyentes. A este respecto es un Avatar –Buda- quien nos alecciona:
No creas en nada simplemente porque lo has escuchado. No creas en nada simplemente porque hay muchos rumores. No creas en nada simplemente porque está escrito en algún libro. No creas en nada simplemente porque lo anuncia una autoridad o persona mayor. No creas en tradiciones simplemente porque se practican desde generaciones. Pero si luego de una (objetiva) observación y análisis encuentras algo que concuerda con la razón además de ser conducible al bien propio y general, entonces acéptalo y vive por ello.
Otro punto que nos beneficiaría mucho es practicar el Principio Especulativo, tal y cual fue enunciado en otro ensayo de este mismo blog: Si el mercado no se comporta como debería… entonces algo pasa… no me importa qué pueda ser… pero igual actúo diligentemente.
De ese principio se desprende una heurística: si percibo una mala señal, no la ignoro. Y de aquí surge una regla muy práctica: si me muestra una pérdida, cierro.
Los mercados financieros normalmente se encuentran indeterminados, no sabemos lo que puedan hacer; a esto lo pudiéramos llamar Principio de incertidumbre. Ahora bien, llega un momento que es intuitivo lo que pueda o deba hacer a continuación: subir o bajar.
Si ejecuta lo que es intuitivo, no pensemos que somos súper dotados. Lo más probable es que una multitud esté pensando lo mismo. Hay que estar alerta que no vaya a ser algo demasiado evidente: no siempre, pero lo evidente generalmente es una trampa.
Ahora si ejecuta violentamente lo contrario entonces estamos frente al Principio Especulativo: algo pasa que no se, pero la ejecutoria me está mandando un telegrama al cual, debería prestarle atención.
De lo anterior se deriva que una mente suspicaz es una mente despierta, es decir, una mente alerta. Se requiere energía y la energía sirva para lograr concentración: mantente concentrado y alerta. Pero todavía necesitas ser sensible a lo que es; a lo relevante. Saber reconocer información del ruido.
Si deseamos ser buenos negociantes, tengamos una mente suspicaz, alerta, sensible. No lo hagas más complicado que esto.
Esa es una cualidad muy deseable para todo negociante. ¿Pero como se desarrolla? Bueno… una posible primera respuesta es que eso depende del ambiente y condiciones bajo las cuales crecimos. Tiene mucho que ver con eso, sin descartar que pudiera existir una predisposición natural y propia. También pudiéramos apelar al nivel de inteligencia. Se escuchan sugerencias.
Independientemente de nuestro nivel de sagacidad existen ciertas reglas o principios a seguir las cuales pudieran ser útiles para cubrir cualquier eventual deficiencia.
No seamos creyentes. A este respecto es un Avatar –Buda- quien nos alecciona:
No creas en nada simplemente porque lo has escuchado. No creas en nada simplemente porque hay muchos rumores. No creas en nada simplemente porque está escrito en algún libro. No creas en nada simplemente porque lo anuncia una autoridad o persona mayor. No creas en tradiciones simplemente porque se practican desde generaciones. Pero si luego de una (objetiva) observación y análisis encuentras algo que concuerda con la razón además de ser conducible al bien propio y general, entonces acéptalo y vive por ello.
Otro punto que nos beneficiaría mucho es practicar el Principio Especulativo, tal y cual fue enunciado en otro ensayo de este mismo blog: Si el mercado no se comporta como debería… entonces algo pasa… no me importa qué pueda ser… pero igual actúo diligentemente.
De ese principio se desprende una heurística: si percibo una mala señal, no la ignoro. Y de aquí surge una regla muy práctica: si me muestra una pérdida, cierro.
Los mercados financieros normalmente se encuentran indeterminados, no sabemos lo que puedan hacer; a esto lo pudiéramos llamar Principio de incertidumbre. Ahora bien, llega un momento que es intuitivo lo que pueda o deba hacer a continuación: subir o bajar.
Si ejecuta lo que es intuitivo, no pensemos que somos súper dotados. Lo más probable es que una multitud esté pensando lo mismo. Hay que estar alerta que no vaya a ser algo demasiado evidente: no siempre, pero lo evidente generalmente es una trampa.
Ahora si ejecuta violentamente lo contrario entonces estamos frente al Principio Especulativo: algo pasa que no se, pero la ejecutoria me está mandando un telegrama al cual, debería prestarle atención.
De lo anterior se deriva que una mente suspicaz es una mente despierta, es decir, una mente alerta. Se requiere energía y la energía sirva para lograr concentración: mantente concentrado y alerta. Pero todavía necesitas ser sensible a lo que es; a lo relevante. Saber reconocer información del ruido.
Si deseamos ser buenos negociantes, tengamos una mente suspicaz, alerta, sensible. No lo hagas más complicado que esto.
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