La esencia de este juego se encuentra en el apalancamiento; pero el apalancamiento tiene un costo.
Si no logras resarcir ese costo, te arruinas. Más que ruina, es destrucción de valor o a secas, auto-destrucción.
En especulación debes tomar la dirección correcta desde el principio y mantenerte allí; se necesita coraje para mantenerse. Si no lo logras, por cualquier razón (no importa), entonces o abortas con rapidez o te auto-destruyes.
Si te enredas en razones, posibilidades, proyecciones, esperanzas, probabilidades, etc. has caído en las redes de lo aparente. Esa es la vía del desastre.
Si la dirección falla en levantar vuelo, es insano intentar mantenerse; entre más fuerte luches, más te hundes. Aún más dañino es jugar al juego de los promedios. Cualquier revés a tus expectativas, termina consumiéndote: quedas impotente para ensayar una recuperación.
Así es que llegas al punto en donde no hay otra alternativa: corta las pérdidas, cuanto antes mejor. Si no hay estricto control de riesgo, te auto-destruyes. Puedes que tengas éxito durante años o décadas, pero si en algún momento ignoras las naturaleza diabólica-engañosa de la actividad, te aniquilará justo en el momento menos pensado.
Digo diabólico pues te puede eventualmente llevar a la auto-destrucción. El mecanismo y su correspondiente proceso es muy sutil. Empieza con algo insignificante; una merma que se puede recuperar en un parpadeo. Pero a la mañana siguiente, la cosa ya es más complicada. Es tal que debes promediar para tener algún chance de recuperación. Promedias y aún no logras las tablas. No te queda otra sino esperar. Ya caíste en el juego del tiempo. Ya eres una presa: sufrirás una merma importante en breve.
Cuida mucho no caer en este mecanismo. Solo hay una protección posible: colócate fuera de su alcance; no promedies; corta las pérdidas. Así, habrá un mañana para ti.
Si no logras resarcir ese costo, te arruinas. Más que ruina, es destrucción de valor o a secas, auto-destrucción.
En especulación debes tomar la dirección correcta desde el principio y mantenerte allí; se necesita coraje para mantenerse. Si no lo logras, por cualquier razón (no importa), entonces o abortas con rapidez o te auto-destruyes.
Si te enredas en razones, posibilidades, proyecciones, esperanzas, probabilidades, etc. has caído en las redes de lo aparente. Esa es la vía del desastre.
Si la dirección falla en levantar vuelo, es insano intentar mantenerse; entre más fuerte luches, más te hundes. Aún más dañino es jugar al juego de los promedios. Cualquier revés a tus expectativas, termina consumiéndote: quedas impotente para ensayar una recuperación.
Así es que llegas al punto en donde no hay otra alternativa: corta las pérdidas, cuanto antes mejor. Si no hay estricto control de riesgo, te auto-destruyes. Puedes que tengas éxito durante años o décadas, pero si en algún momento ignoras las naturaleza diabólica-engañosa de la actividad, te aniquilará justo en el momento menos pensado.
Digo diabólico pues te puede eventualmente llevar a la auto-destrucción. El mecanismo y su correspondiente proceso es muy sutil. Empieza con algo insignificante; una merma que se puede recuperar en un parpadeo. Pero a la mañana siguiente, la cosa ya es más complicada. Es tal que debes promediar para tener algún chance de recuperación. Promedias y aún no logras las tablas. No te queda otra sino esperar. Ya caíste en el juego del tiempo. Ya eres una presa: sufrirás una merma importante en breve.
Cuida mucho no caer en este mecanismo. Solo hay una protección posible: colócate fuera de su alcance; no promedies; corta las pérdidas. Así, habrá un mañana para ti.
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