13 noviembre 2008

El Problema con los Economistas


Tanto la economía como ciencia, como los economistas como profesionales, ambos presentan un pequeño problema! Y para muestras un botón: para hoy las predicciones eran magras y miren lo que sucedió!

El problema de los economistas (permítanme que me incluya, para no ofender a nadie) es que pasan la mitad de su tiempo ensimismados construyendo modelos. La otra mitad lo dedicamos a explicar por qué fallaron nuestras predicciones

Por otra parte, el problema con la economía es que no incorpora la palabra auto-control(1). Todo se refiere a la optimización de una función objetivo pero nada de auto-restricción. El problema es que los humanos no funcionamos en términos de la “función objetivo” sino más bien en término de tentaciones. Cuando pasa el carrito de los postres, perdemos las perspectivas y lo siguiente que sabemos es que estamos gordos, con lo que tenemos un problema de salud(2). Según apunta muy sabiamente Richard Thaler en el artículo en referencia(3), esta crisis tiene su origen en la irresistible tentación de refinanciar la vivienda principal (para alimentar el gasto) en vez de tratar de reducir el monto de ese monstruo hipotecario que tenemos en frente. Si a esa seducción le sumamos las mínimas tasas de interés, precios de las viviendas en apreciación constante y agrego yo, una gran cantidad de facilidades para endeudarse. Ciertamente, todas estas tentaciones son semejante a la manzana entregada en el Jardín del Edén!
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(1): Human frailty caused this crisis. By Richard Thaler and Cass Sunstein
Published: FT, November 11 2008 19:46. Me percaté del artículo en primera instancia gracias a Miguel Ángel Santos por medio de su blog
(2): http://www.ft.com/cms/s/0/ac2839ac-b015-11dd-a795-0000779fd18c.html
(3): The second problem involves self-control. Econs do not suffer from self-control problems and so “temptation” is not a word that exists in the economists’ lexicon. As a result, regulators have not thought much about the problem. But when the dessert cart comes by, we humans often cave in. The next thing we know, we are fat. This crisis was fuelled by the seemingly irresistible temptation to refinance the mortgage rather than pay it off. Falling interest rates, rising home prices and aggressive mortgage brokers made re­financing (and second mortgages) seem like the apple in the Garden of Eden. When home prices fell and interest rates increased, the party ended.

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