¿Cuál será la razón por la cual es tan difícil ganarle al mercado si existen docenas de teorías académicas, como la Teoría Moderna de Portafolio y el CAPM del laureado William Sharpe, además contamos con toda una industria de la información del análisis financiero y, como si fuera poco, la toda poderosa media que nos mantiene inundados de todo tipo de opiniones expertas? Probablemente necesitemos conjugar todo lo que ya sabemos con las nuevas teorías del siglo XXI tales como Teoría de Campo, Teoría Especulativa Heterodoxa y La Teoría de la Desinformación.
La Teoría de Campo es un área del conocimiento desarrollada en primera instancia por las ciencias físicas. Nació basado sobre la noción de “acción a distancia” del magnetismo. Luego, el Escocés James Maxwell expandió el concepto a su teoría de campos electromagnéticos como un conjunto de relaciones que expresan el comportamiento de un elemento dentro de una región ó “campo”.
Esta teoría de las ciencias físicas es susceptible de ser aplicada a los mercados financieros a objeto de describir específicamente a los mercados bursátiles. En este sentido, podemos decir que el mercado es un campo y particularmente, es un campo especulativo.
Existen distintas fuerzas positivas, negativas y neutras, operando en todo momento sobre los títulos que negocian en los mercados, es decir, en los campos especulativos. Por lo anterior, podríamos expresar al mercado como un campo vectorial de fuerzas las cuales inducen los movimientos de los diferentes títulos y del mercado en general.
Una de las funciones de este campo especulativo es la de impedir que las mayorías logren la acumulación sustancial de riqueza pues de lo contrario llegaríamos sin mucha dificultad a un contra-sentido. Si las mayorías lograsen hacerse abundantemente ricos, ya no tendría sentido trabajar 40 horas semanales en la economía real; todos nos dedicaríamos a transar en los mercados dejando de producir bienes y servicios, que es lo que le da sustento a las empresas que cotizan en estos mercado, llegando así a una verdadera contradicción. Es perfectamente comprensible que esto no puede llegar a materializarse y las veces que ha parecido que hasta el mensajero se está haciendo millonario, se han producidos grandes aterrizajes forzosos ó “crash” en los mercado.
Para soportar esta actividad podríamos argumentar que el mercado cumple una función de “despistaje” a objeto del logro de su objetivo y razón de ser, cual es la de impedir la riqueza de las masas. Más concretamente, esta función de despistaje es en realidad una función de desinformación. Esto pudiera causar sorpresa en una primera instancia, pues existe toda una industria de análisis financiero a objeto de informar qué es lo que sucede con los mercados y con los títulos que allí cotizan, sin embargo, toda esa supuesta información no es capaz de proveernos con la data clave necesaria para conseguir nuestro anhelado propósito de lucrar a manos llenas.
La función de desinformación se cumple bajo distintos, variados y sofisticados mecanismos los cuales son todos fascinantes en sí mismos. Uno de ellos parte del hecho mismo de la abundancia de la información disponible. Es tanta la data y tan abrumadora la cantidad de opiniones de sabios y profetas, que al final terminamos confundidos y sin saber la dirección cierta del índice y mucho menos de un título en particular. Otro de los mecanismos de despistaje, es el de la alternancia entre los estados de indefinición y de resolución dinámica de los mercados, el cual requeriría de una explicación bastante técnica y extensa la cual se encuentra más allá del propósito del presente tema.
Esta función de desinformación no es razón para descartar ó menospreciar todo dato proveniente del campo especulativo. Existe información muy útil que debe ser tomada en cuenta para tomar decisiones más acertadas, como por ejemplo si nos encontramos en una economía recesiva ó por el contrario, si estamos en una economía en franco proceso de expansión. Tales datos son necesarios pero no son suficientes para el logro de un objetivo de ganar, y ganar en grande. Veamos por qué.
Imaginemos que un ángel nos alerta que en cualquier día del próximo mes, el mercado subirá repentinamente por un solo día en 15% y para tomar ventaja nos sugiere abrir una cuenta de opciones y colocar un contrato de compra (call) apalancado sobre el índice en el momento apropiado. El ángel se retira sin indicarnos el día exacto. Existen decenas de razones por las cuales, con buena probabilidad, y aún teniendo este conocimiento celestial, no logremos hacernos millonarios. Por ejemplo, si colocamos el “call” apalancado el primer día hábil del próximo mes, bien puede suceder que el Señor Mercado, se lanza una baja de 5% con lo cual nuestro “call” se evaporaría con la subsiguiente “margin call” la cual no podríamos honrar, quedando de esta manera arruinados. Puede suceder también que permanezcamos vigilantes y un buen día justo en la apertura, el Señor Mercado ejecuta el alza del 15% anunciado y nosotros nos quedamos fuera. Así, podríamos señalar docenas de situaciones por las cuales, las circunstancias evitan que nos hagamos millonarios.
En resumen, aún el más increíble de los datos que podamos obtener sobre el mercado no es suficiente para asegurar el éxito, pues los mercados ejecutan consistentemente acciones evasivas y de despiste por medio de la función de desinformación para impedirnos el triunfo de nuestras codiciosas intenciones. Se debe conjugar las viejas ideas con una serie de nuevas teorías entre ellas, “Teoría y Practica de la Especulación©” (de este autor, por publicar en el idioma Inglés) para poder superar estos obstáculos. Recientemente, en este mismo blog, publicamos “El Principio Especulativo©”, pero éste es sólo el punto de partida a la mencionada teoría.
20 enero 2007
La Función de Desinformación©
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