Creo viene bien una anécdota personal:
En 1996-97 William O’ Neil escribió un artículo en una revista o en su periódico -no recuerdo- una frase sobre la objetividad, la cual hice mía.
La anoté en un papelito y luego de rescatarlo del cesto de los desechables, lo guardé en un archivo del computador. Lamentablemente el cabezal del disco duro aterrizó y perdí toda la información. Tenía un respaldo pero el dispositivo de lectura igualmente se dañó. Para completar, la empresa que fabricó ese dispositivo se fue a la quiebra.No fue sino hasta hace unos meses que por medio de una operación tecnológica asombrosa, pude recuperar mis archivos. Hace poco, abrí el archivo de O’ Neil y sentí que había recuperado algo del Titanic. Les traduzco el comentario en cuestión: